“Volverán sus espadas en rejas de arado”

Con esta declaración, el profeta Isaías describió la revelación de uno de los mensajes más importantes aparecidos en el Antiguo Testamento respecto al futuro de una paz universal, en que Dios será el juez de las naciones. 

Dice así el versículo completo: 

“Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:4).

Dicho texto fue escrito unos 700 años antes de Cristo, en que la región de Judá sufría de tiempos de crisis y de mucha incertidumbre en el orden político. La guerra y las invasiones por parte de países vecinos estaban a la orden del día.

¿Le suena familiar?

Las promesas de un reino de paz se encuentran también en otros textos de la Biblia. Pero la profecía de Isaías ha quedado en la historia como algo que resume de manera muy hermosa el anhelo.

Incluso la segunda parte de este versículo se puede leer todavía hoy a la entrada del edificio de las Naciones Unidas, en Nueva York, para expresar dicho deseo de paz social. 

Una paz imposible si no se toma en cuenta que las armas se volverán materia prima para el progreso solo cuando el Señor sea el juez soberano de las naciones. 

Solo entonces, dice el profeta, “volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”.