Saber el final de una narración no arruina el placer de la historia, sino que puede contribuir a intensificarlo.
Saber el final de un libro, o de una narración (spoilers, en inglés), no sólo no arruina el placer de la historia, sino que puede contribuir a intensificarlo, afirma un estudio llevado a cabo en la Universidad de California San Diego, Estados Unidos.
No hay lector de novela policial que no tema que el lugar común de «el asesino es el mayordomo» le venga a echar a perder las horas consagradas a Mickey Spillaine o Agatha Christie.
Investigadores de la Universidad de California San Diego, sin embargo, intentan disipar los temores de los lectores con un estudio que afirma que los finales anticipados no arruinan el disfrute de una narración, sino que pueden contribuir a su intensificación.
Los científicos procedieron de acuerdo al siguiente método: los participantes en el experimento recibieron doce cuentos, de los cuales dos versiones tenían finales anticipados y una tercera, no.
En todas, menos una, los lectores declararon preferir las versiones que tenían párrafos que anticipaban información.
Entrar en profundidad
Aunque el estudio no fue capaz de detectar causas, éste indica la posibilidad de que le sea más fácil al cerebro procesar una narración con información anticipada.
«Parece producirse el efecto contrario de cuando una historia se arruina», expica el autor del estudio y profesor de sicología social Nicholas Christenfeld. «Es como si esa información le diera ventajas a uno para entender la trama».
El coautor del estudio, Jonathan Leavitt, agregó: «Podría ser el caso de que, una vez que se sabe cómo termina todo, uno se sienta más cómodo procesando la información y puede dedicarse a entender más profundamente la historia».
El estudio dice que, sabiendo el final, podemos dedicarnos a entrar más en profundidad en la historia narrada.
El profesor Chistenfeld argumentó que la gente era capaz de disfrutar una buena narración tanto como un giro inesperado al final, e incluso si se sabe este final, se puede disfrutar el viaje tanto como el arribo a destino.
Añadió que, en muchos casos, se puede disfrutar de un buen libro o una buena película más de una vez, y la experiencia todavía puede ser placentera.
Para el estudio se utilizaron narraciones de autores como Agatha Christie, John Updike y Anton Chekov, las que fueron entregadas a voluntarios que no las habían leído antes.
Algunos leyeron los textos tal como estaban en el original, otros tenían un párrafo con información anticipada incorporado a la historia y, otros, presentaban un párrafo introductorio con este tipo de datos.
Luego, se les pidió a los lectores que los calificaran en una escala de 1 a 10.
Incluso cuando las historias contenían un giro inesperado en la trama o misterio, los participantes prefirieron las versiones con información anticipada.
Los investigadores concluyeron que el estudio, que será publicado en el número de septiembre de la revista Psychological Science, demostraba que el éxito del entretenimiento no se basaba pura y simplemente en la intriga.
Debate abierto
Al pasar a la narración cinematográfica, el problema se amplía a qué tipo de información anticipada arruinaría la película.
Sin duda, este arte no sólo admite, sino que necesita de la información anticipada. Basta comprobar el hecho de que muchos espectadores compran una entrada atraídos por una sinopsis vista anteriormente.
De hecho, era habitual que las viejas seriales de los años ’40 y ’50 anticiparan varios pasos de la trama en el capítulo que seguía.
Lo mismo ocurre con sus reemplazantes, las series de televisión, que no tienen inconvenientes en entregar detalles de lo que ocurrirá más adelante.
Hasta se puede afirmar que el pretendido secreto sobre el próximo paso de la trama es, en muchos casos, una estrategia comercial, ya que la confidencialidad es agujereada nutridamente en las redes sociales por actores, guionistas o directores.
Luego, está el papel del cine y la televisión en tiempos del video y la internet, donde ya nadie necesita hacer la cola frente al cine elegido o recogerse, cierto día, a cierta hora, frente al televisor, porque para eso está la pantalla del computador.
Podemos diferir el momento en que queremos tener acceso a ese tipo de información.
Por otra parte, según dice el periodista de la BBC, Finlo Rohrer, se nos advierte que no esperemos finales felices para las crisis ecológicas, económicas y políticas que tienen al mundo a maltraer.
Si esto es así, lo que resulta obvio es que se está condicionando nuestras expectativas frente a las narraciones contemporáneas.
Probablemente, lo que haya cambiado sea nuestra relación con ellas.
Artículo tomado de BBC Mundo.