“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?”

Frases celebres de la Biblia

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?

Conozca y cite correctamente esta frase célebre de la Biblia. Quién la dijo y por qué.

Autor de la frase: Salomón (¿?)

Tema: Sabiduría 

Libro de la Biblia: Proverbios

Por su trasfondo cultural, las referencias de la Biblia en cuanto a la mujer son en su mayoría escritas desde la perspectiva del hombre. 

De manera que la llamada “sabiduría práctica” del libro de Proverbios abarca desde la mujer insinuante y rencillosa, hasta la esposa sensata e ideal. 

Sin embargo, el texto más conocido de Proverbios es el poema que elogia a la mujer virtuosa, un acróstico de las 22 letras del alfabeto hebreo que cierra de manera hermosa dicho libro.

El profuso halago a la mujer comienza con el versículo 31:10, que dice así:

“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”.

El texto que sigue describe con numerosos ejemplos los atributos de una mujer virtuosa, ninguno relacionado con la belleza física. Tampoco se responde a la enigmática pregunta inicial de “¿quién la hallará?”. Es más bien una pregunta retórica que expresa el anhelo y privilegio de encontrar semejante alhaja.

Algunas traducciones de la Biblia al idioma español se han esforzados para que el elogio a la mujer virtuosa de Proverbios se haga más comprensible al lector moderno, pero no han logrado superar la belleza poética de la versión Reina-Valera.

El libro de Proverbios cierra diciendo que muchas mujeres hicieron el bien, mas la virtuosa sobrepasa a todas.

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
El corazón de su marido está en ella confiado,
Y no carecerá de ganancias.
Le da ella bien y no mal
Todos los días de su vida.
Busca lana y lino,
Y con voluntad trabaja con sus manos.
Es como nave de mercader;
Trae su pan de lejos.
Se levanta aun de noche
Y da comida a su familia
Y ración a sus criadas.
Considera la heredad, y la compra,
Y planta viña del fruto de sus manos.
Ciñe de fuerza sus lomos,
Y esfuerza sus brazos.
Ve que van bien sus negocios;
Su lámpara no se apaga de noche.
Aplica su mano al huso,
Y sus manos a la rueca.
Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.
No tiene temor de la nieve por su familia,
Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
Ella se hace tapices;
De lino fino y púrpura es su vestido.
Su marido es conocido en las puertas,
Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
Hace telas, y vende,
Y da cintas al mercader.
Fuerza y honor son su vestidura;
Y se ríe de lo por venir.
Abre su boca con sabiduría,
Y la ley de clemencia está en su lengua.
Considera los caminos de su casa,
Y no come el pan de balde.
Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;
Y su marido también la alaba:
Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, esa será alabada.
Dadle del fruto de sus manos,
Y alábenla en las puertas sus hechos.

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