La Ley del Oeste y mis libros en el tintero

Jorge Julio GonzalezAprovecho para informarles que mi nuevo libro se va titular Del huevo a la gallina, y viceversa. Y no es un texto sobre biología refutando la teoría de Darwin, ni siquiera un libro infantil o ingenuo, aunque pienso ilustrarlo con un huevo verde, una gallina dorada y una nave espacial.

Se trata, queridos lectores, de todo un tratado filosófico sobre qué es primero en la vida, si la ficción o la realidad. Lo tengo bien pensado. Un libro que hace un recorrido desde el político Poncio Pilato, el visionario Julio Verne y el escritor de novelitas de cowboys Carlos Manuel Lafuente Estefanía, hasta llegar al Dr. Peter Diamandis, uno de los máximos gurús de la tecnología actual y precursor de los vuelos espaciales privados, que al igual que el Cándido del siglo XVIII, de Voltaire, dice que hoy vivimos en el mejor de los mundos.

Diamandis acaba de publicar Abundancia, un libro que afirma que el mundo se percibe mal por causa de los medios de prensa y de una deformación histórica de cierta parte de nuestro cerebro que nos hace preferir las malas noticias. De ahí, deduzco yo, que las Buenas Nuevas no hayan tenido todavía el efecto deseado.

Les prometo que esta vez mi nuevo libro no se quedará en el tintero, como sucedió con tantos otros que conforman mi profusa bibliografía imaginaria. Aunque estoy con Jorge Luis Borges, que escribió en 1941: «La composición de vastos libros es una extravagancia laborioso y empobrecedora… Un mejor rumbo es hacer como que ya existen estos libros y luego ofrecer un resumen, un comentario… Más razonable, más inepto, más indolente, he preferido escribir notas sobre libros imaginarios».

¿Recuerdan cuando los estafadores me frustraron el bestseller Mi chica de la Costa de Marfil, sobre una romántica viuda que conocí por Internet y lo que luego hice con su dinero? ¿O cuando recientemente me levanté listo para escribir La Ley del Oeste, un manual sobre qué hacer cuando hay una balacera en tu barrio? [«Te queda de vida el tiempo que demores en sacar tu revólver», diría el legendario Estefanía].

Para este último libro fui inspirado por el estudiante de Seattle que le roció gas lacrimógeno a un hombre armado y salvó así muchas vidas. Pues resulta que ante estos tiempos en que las balaceras parecen ocurrir casi a diario, los expertos se me adelantaron y comenzaron a publicar cómo deberíamos reaccionar si alguien nos ataca con un arma en el trabajo, en la escuela, en un cine, en una tienda, o en la iglesia.

¿En la iglesia? Pues sí, ¿no han visto ustedes a ciertos pastores de megaiglesias de Miami desplazándose con tanta escolta como Justin Bieber? Los llaman «escuderos», como en la Edad Media. Sé lo que se siente andar rodeado de escuderos. Una vez me invitaron a Nicaragua a una celebración evangélica multitudinaria  junto a un predicador y un célebre cantante, y allí nos esperaba una escuadra de fornidos guardaespaldas «para cuidarnos». Eran hermanos karatecas que habían sido convocados por los organizadores del evento. Nunca me sentí tan ridículo.

Por cierto, ahora estoy leyendo un libro de un pastor de Puerto Rico que narra la reveladora experiencia de cuando un hombre ensangrentado irrumpió en medio del culto. El voluminoso libro explica qué no hace y debería hacer la iglesia para tratar estos asuntos. El libro en cuestión se llama ¿Con el permiso… me pueden ayudar?, lo que según el autor se convirtió en un llamado a la conciencia de la iglesia sobre lo que pasa extramuros.

Por otro lado, según informa la agencia de prensa AP, Bo Mitchell, presidente de 911 Consulting, dice a sus clientes que lo primero que deben considerar ante una situación de un hombre armado disparando a diestra y siniestra… es huir. “Si ven que esto ocurre lo suficientemente lejos de ustedes, corran”, dijo Mitchell. Si eso es imposible, recomienda ocultarse en una habitación y cerrar la puerta con llave. Luchar contra el agresor es un último recurso. En ese caso, hay que actuar “con rapidez y sorpresa total”, en los que uno toma “un extintor de incendios o unas tijeras o una silla” y vas tras el tipo “porque no hay otra opción”. Dice Mitchell que el grado de amenaza define la respuesta. “Esta clase de amenazas ocurre desde hace un siglo o más, pero la cantidad de sucesos está aumentando y eso es preocupante”, señaló.

Antes de la balacera de 1999 en la secundaria Columbine, la respuesta de la policía de los Estados Unidos a los tiroteos masivos era más lenta y cautelosa. No es ficción cuando vemos en las películas de Hollywood que la policía llega después que todo ha pasado. Pero a medida que aumentan este tipo de situaciones, las autoridades han modificado sus tácticas para responder con más rapidez.

Ahora más agentes locales saben cómo dispersarse en equipos para eliminar rápidamente la amenaza de un hombre armado, dijo Thomas Aveni, director ejecutivo del Consejo de Estudios de Políticas de Policía, con sede en New Hampshire. Los paramédicos y los bomberos también están recibiendo capacitación “para responder lo más rápidamente posible, en lugar de esperar recursos adicionales”.

El Dr. Peter Diamandis dice en su libro Abundancia que hace 100 años todo era peor. Pero como saben por mi facebook, vivo en el oeste de Miami, donde el mundo se percibe diferente que desde Silicon Valley. No es pesimismo, es que la realidad se me adelanta cada mañana. Se me ocurre ahora que debiera también reescribir El Principito y tomar una nave espacial privada para volar al infinito. ¡Oh, sería yo el Saint-Exupéry del Siglo XXI! O quizás el precursor, junto a Borges, de una nueva forma de literatura de tintero, muy íntima y fácil de elucubrar.

3 Responses to "La Ley del Oeste y mis libros en el tintero"

  1. Jorge, también éste lo encontré hoy.
    Fascinante.
    Me hiciste reír con lo de Nicaragua.
    Me encantaría que muchos uruguayos que sueñan con irse a vivir al «paraíso» del norte leyeran tus líneas.
    Por las dudas, cuando te subas a tu nave espacial, no aterrices en Montevideo; acá también hay cada vez más balaceras.
    Te recomiendo Marte. Dicen que allá es muy tranquilo.
    Un gran abrazo, y bendiciones.

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