La gran amenaza a los libros es la falta de lectores

Si no se promueve la lectura, el mercado del libro seguirá viviendo de burbujas infladas a espaldas de la realidad.

Lo anterior parece deducirse de una entrevista con Enrique González, presidente de la Cámara Colombiana del Libro, que en el marco de la Feria del Libro de Bogotá le habló a Natalia Díaz, de la revista Portafolio, acerca de los retos de dicha industria.

Según Enrique González, tres grandes retos afronta la industria editorial, pero sólo uno realmente le quita el sueño: la falta de lectores.

La tecnología, el libro electrónico y los asuntos financieros obligan a las editoriales a ajustarse, pero si no hay quién lea los libros, el negocio no tiene sentido, la cadena se rompe.

“El público colombiano no lee sino dos libros al año, incluyendo los textos escolares”, dice González con horror.

Y que la gente lea más no ha de ser la simple estrategia de la industria para incrementar sus ingresos. Para este hombre de libros, el impacto de tener miles de lectores redunda en toda la economía.

“Si la gente lee más, rinde más en el estudio, es más competente en el trabajo, se comporta mejor como ciudadano y bajan los índices de criminalidad. Si se quiere tener un mejor recurso humano para un mayor desarrollo del país, lo más simple es fomentar una comunidad lectora”, argumentó con vehemencia.

Para él la lectura debe ser una política de Estado, que comience desde la primera infancia, que es cuando más se aprende.

Pero surgen dos inconvenientes. Uno es que “nuestros profesores ponen a leer, pero no son lectores. Eso no ayuda a formar más lectores”.

Y el otro es el acceso al libro. “El colombiano tal vez quiera leer, pero su poder adquisitivo es muy bajo y no da para comprar libros”, dice y aclara prontamente: “Los textos no son costosos. Tenemos la Ley del Libro, que ayuda a tener precios competitivos, lo que no hay es plata para comprarlos”.

Entonces vuelve González a la teoría de la política de Estado. “Para acceder al libro hay que dotar las bibliotecas públicas y escolares con suficientes libros. A los niños se les asegura el acceso a la educación, pero no al material educativo. Ellos deben tener sus propios libros para que se enamoren de ellos y se vuelvan lectores”.

Aunque la industria editorial colombiana es fuerte, pues cuenta con toda la cadena (desarrolla contenido, diseño, ilustración e impresión), por cuenta de la revaluación del peso está perdiendo competitividad y mercado en el segmento de impresión. “Hoy el costo de imprimir es más barato en China y Perú, y eso ha afectado el renglón de las exportaciones de la industria editorial, las cuales, en los últimos años, han caído entre un 40 y 50 por ciento”, cuenta.

En cambio, sigue el empuje en las ventas al exterior de libros como pequeñas enciclopedias temáticas (pedagogía, sicología, odontología) y Biblias.

“Nuestro principal mercado para impresión y productos genéricos como las Biblias es EE.UU., y para producto editorial, México, Venezuela y Ecuador. En Centroamérica, la educación se basa principalmente en textos escolares colombianos”, afirma González.

El libro está pasando por una transición tecnológica y el editor debe adecuarse. Para Enrique González la industria editorial no está en extinción por cuenta de la tecnología y el libro electrónico, sino en acomodación.

“El reto del editor es mantenerse en contacto con la comunidad lectora sin importar en qué medio lea. Lo importante es tener lectores”, dijo.

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