
A veces es necesario, apremiante y oportuno tomar la decisión y lanzarse a escribir un libro. Entre el pueblo cristiano el asunto se vuelto una excelente manera de llevar a otros nuestros conocimientos y experiencias.
Pero no todos estamos llamados a realizar semejante tarea con la pasión y el sentido de responsabilidad que requiere. Y no debemos sentirnos mal con esto.
Nos presiona que en algunos entornos sociales escribir un libro se ha puesto de moda. “Si otros lo hacen y son alabados por esto, por qué no yo”.
La idea se abre paso en nuestra mente como una meta deseable, que acariciamos sobre todo a principios de cada año. “Por qué no poner en blanco y negro mi historia o algunas reflexiones sobre un tema”.
Pero el sueño puede volverse obsesivo y contraproducente.
En mi experiencia como editor de libros, he visto la frustración correr a raudales, incluyendo lo que considero el mayor de los desengaños, esto es cuando una vez publicados no vemos los resultados esperados.
De manera que he reunido una serie de juicios previos, que quizás le sirvan al escritor en ciernes para someter a prueba sus expectativas. A veces es más fácil identificar las evidencias de lo que NO es.
• No sufra con la página en blanco delante. Si usted no tiene un hábito de lectura establecido, ni tiene experiencia en expresar sus ideas por escrito, es muy probable que Dios no lo llamó a escribir un libro. Explore otro medio de comunicar sus ideas.
• Tenga presente que un libro cristiano no hace un ministerio. Por lo general, es una herramienta de extensión para un ministerio ya existente. Pero no es la única. Pregúntese primero cuáles son sus talentos, es posible que Dios quiera usarlo por otro lado.
• Dedique algún tiempo a identificar los motivos por los que quiere escribir un libro. Pregúntese qué le falta por aprender, lograr, los errores que puede haber cometido en el proceso de organizar su contenido y las formas en que le gustaría avanzar.
• Si escucha que va a hacer mucho dinero con su libro o que va a hacerse famoso, desconfíe de esas voces. Piense en alcanzar primero su círculo más cercano.
• Tómese un tiempo para reflexionar sobre el tema o los temas que va a abordar en su texto y cómo lo va a desarrollar. Si es algo biográfico, no piense que sólo contar su historia será lo más extraordinario del mundo. En literatura comunica más el cómo se dice que lo que se dice.
• Si es un testimonio cristiano, su mensaje debe ser intencionalmente evangelístico y de sólida base bíblica. Esto lo hará trascender de una simple biografía.
• Céntrese en objetivos viables. Cuanto más claramente definido esté su camino, más fácil será seguirlo. Haga que su meta sea específica, medible, alcanzable y realista. Notar su progreso a lo largo del camino hace que sea más probable que continúe.
• Si su proyecto de libro no le entusiasma del todo y se fija el mismo objetivo al comienzo de cada año, pero se queda sin fuerzas en febrero, es muy probable que sus intenciones estén equivocadas.
• Hable con personas cercanas acerca de su idea de libro. A veces los comentarios de nuestros amigos, familiares y pastores pueden ser de gran ayuda para establecer nuestras metas.
Si después de pasar por estos filtros su aspiración sobrevive, siga delante este año con su llamado a escribir un libro.