¿Cómo entender a mi vecino si sus creencias, ideas y pensamientos distan tanto de las mías? ¿O si no sé cómo piensa éste en realidad? ¿O si ni siquiera conozco a ciencia cierta cuál es mi propia manera de explicarme el mundo, es decir, cuál es mi particular cosmovisión?
Una gran parte de la literatura cristiana que llega a nuestras manos como herramientas para “combatir” sectas, religiones, modos y maneras de pensar diferentes son manuales muy superficiales donde se describe “al otro” con explicaciones esquemáticas y peyorativas, y que invitan a apertrecharse para la discusión religiosa a ultranza, como si se tratase de fútbol o política.
Convenga conmigo que la aplicación de tales herramientas, lejos de ayudarnos con el diálogo, la compresión, la tolerancia, el auxilio y el evangelismo, nos distancia y nos hace parecer fanáticos e ignorantes.
Pienso que resulta mejor presentar el evangelio a nuestro vecino sabiendo primero en qué universo de esta sociedad plural habita.
Por eso es un avance para los lectores cristianos hispanos interesados seriamente en estos temas –llámense pastores, evangelistas, misioneros, teólogos, estudiantes o simples cristianos– el poder disponer de un tomo como El universo de al lado (The Universe Next Door), de James W. Sire, una especie de “catálogo de cosmovisiones” que desde su cuarta edición en inglés y sus quince traducciones se consolida como uno de los mejores libros de texto cristianos para entender la manera en que corrientes de pensamientos muy en boga se explican la realidad.
Si todavía le parecen extraños o ajenos vocablos como “posmodernismo”, “Nueva Era”, “deísmo”, “nihilismo”, “existencialismo”, “naturalismo”, “monismo” o el propio “teísmo cristiano”, sepa que es una cuestión de tiempo para que acaben llegando a su entorno. De hecho son grandes sombrillas que, aunque usted todavía no lo sepa, cobijan hoy hasta su propia visión del mundo.
El profesor James W. Sire parte de que, ante la vida, el ser humano no tiene manera de escaparse a ciertas interrogantes básicas, y que las respuestas que a las mismas damos explican nuestras cosmovisiones:
¿Cuál es la realidad primera? ¿Cuál es la naturaleza del mundo que nos rodea? ¿Qué es el ser humano? ¿Qué le pasa al hombre cuando muere? ¿Por qué es posible el conocimiento? ¿Cómo sabemos lo que es correcto y lo que no? ¿Cuál es el sentido de la vida humana?
El hecho es que todo el mundo de una forma u otra asume una respuesta ante estas preguntas. Incluyendo los cristianos que, según Sire, también debemos conocer a fondo la cosmovisión que tenemos y por qué pensamos que la nuestra es la verdadera.
Concuerdo con el autor en que hay una cosmovisión principal que falta en el libro y es la islámica, por lo que afecta hoy a Occidente. También que todo este esfuerzo literario todavía no es más que una introducción, donde apenas se intenta llegar con rigor al corazón de todo el abanico de cosmovisiones propuesto y sugerir sus puntos débiles y fuertes.
Lo invito a leer y tener como libro de consulta este importante ensayo, una lectura difícil pero bien documentada, y con muchas referencias bibliográficas para seguir indagando en esos difusos universos colindantes.
El universo de al lado (The Universe Next Door). James W. Sire. Editorial Desafío, Grand Rapids, Michigan, USA. 268 páginas. Precio $12.99. ISBN 1-55883-441-9.
Luis Ángel:
Pues, te aseguro que el libro es tan bueno como la reseña de Jorge Julio. En la dedicatoria del libro, el autor James W. Sire ya nos avienta una pequeña interrogante para dejarnos con ganas de leer el libro y pensar:
«En aras de una plena conciencia intelectual en cada uno de nosotros, no sólo debiéramos poder reconocer las cosmovisiones de los demás, sino ser conscientes de la propia: por qué tenemos la que tenemos y por qué pensamos, a la luz de tantas opciones, que la nuestra es verdadera».
No he leído el libro pero su artículo me ha estimulado el apetito de lector. Solo espero que el libro sea tan bueno como su artículo.
Ese comentario suyo de que: «nos hace parecer fanáticos e ignorantes» me hace preguntar si no es que realmente somos fanáticos e ignorantes. El fervor por defender la sana doctrina (como si lo necesitara) nos lleva a mirar como enemigos a los que difieren. El problema con esto es que ese sentimiento no nos permite amar. Y entonces debemos preguntar: ¿de qué manera hemos de ganar a un alma para Cristo si no somos capaces de amarla?
Gracias por su artículo. Leeré «El Universo de al lado» y lo miraré con más cariño.