El buen lector ha muerto. ¡Viva el lector!

El conocido escritor Philip Roth dice que al menos en Norteamérica el buen lector de libros ha muerto. Están ahora distraídos viendo las pantallas de televisión, de los cines, de los DVD. “Las pantallas han derrotado a los libros”, se lamenta. El hábito de la lectura se ha esfumado. “Como si para leer necesitáramos una antena y la hubieran cortado”, dice. “No llega la señal de la concentración, la soledad y la imaginación que requiere el hábito de la lectura”.

Los defensores de las nuevas tecnologías argumentan que lo que pasa es que estamos llegando a una especie de hiperconectividad, donde dispositivos integrales de banda ancha móvil podrán conectarse a la Internet desde cualquier lugar para buscar datos y contenido, dejando atrás los viejos hábitos y formatos.

Sin embargo, Steve Jobs, CEO de Apple Inc., le vaticinó a Amazon.com, el vendedor de libros más grande del mundo, que su lector de libros electrónicos Kindle iba a fracasar, simplemente “porque la gente ya no lee”.

Esa percepción de que la gente no lee como antes se tiene también en Hispanoamérica, con otras agravantes de tipo económicas y educacionales muy reales.

Es curioso que la alarma da por sentado de que alguna vez hubo un lector innegable, o al menos un pasado mejor. Eso sería en términos editoriales y de mercado, porque realmente la lectura asidua de libros ha sido siempre una práctica minoritaria.

Entre cristianos, viene a colación las diferencias existentes entre el comprador de Biblias y de otros libros evangélicos y su hábito de lectura. Para las editoriales de esta división, el lector de Biblias impresas reboza de salud. Pero en la práctica de la lectura esto no es una verdad, además de que las Biblias en audio, CDs y en diferentes pantallas electrónicas están ganando terreno rápidamente.

La industria de los libros cristianos o evangélicos en español, por su parte, permanece en su empecinada inmovilidad ante los retos de la nueva era digital y la aparente muerte súbita del lector tradicional, a la espera de poder calcar sin riesgos las acciones del mercado norteamericano.

Lo cierto es que tanto las editoriales como el propio apacible lector de los viejos tiempos están atrapados en una vertiginosa transición cuantitativa, que sin dudas terminará consiguiendo mucho más lectores, aunque no sean de los buenos.

Entretanto, los menos seguiremos buscando esa débil señal de concentración e intimidad de que habla Philip Roth, como cosa ineludible para los lectores de extensos textos, poéticos o no, de la literatura universal, señal que todavía los dispositivos electrónicos no han podido emitir.

2 Responses to "El buen lector ha muerto. ¡Viva el lector!"

  1. Es importante no perder la sana costumbre de leer y más aún si lo que leemos nos será ade ayuda y de crecimiento espiritual para nuestras vidas… asi que a leer!!!

    bendiciones

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