Panorama nacional

Este invierno quiero escapar de las pestes del 2022.

Mi máscara N95 no me preserva de la alta tasa de calamidades que crece por doquier ni del mal olor de las bajas pasiones. 

No quiero saber del asesino de New York, del secuestrador de Atlanta o del judío que delató a Ana Frank.

Ni siquiera las veleidades de TikTok me ponen a salvo de las aciagas noticias. 

¿Pero adónde ir si todo el universo parece estar sujeto a vanidad y sufre las consecuencias?

En estos días he conocido a personas que recién pasaron por momentos sombríos y cuyos testimonios de primera mano quizás me sirvan.

Ramón Durán, de Miami, perdió a su esposa a principios de la pandemia y narró lo siguiente: “Salimos del hospital mi familia, amigos y yo, cuando observamos cómo en la puerta del edificio paraban y tomaban la temperatura de las personas que venían a ver a los nuevos pacientes, que a cada minuto eran más numerosos. Pensé en esos familiares, padres, hijos y hermanos que no podían estar al lado de sus seres queridos en los últimos momentos de sus vidas por estar aislados. ¡Qué dolor y compasión siento por todos esos familiares que no pudieron despedirse!”.

Desde el centro de la Florida Edith Pérez nos cuenta que perdió a su esposo pastor hace apenas unos meses. “Aprendí que cada nuevo día es un desafío en este mundo, pero también puedo comprobar que es una oportunidad para ver a Dios obrar en los días que nos toca vivir”. 

¿A quién acudir pues si todo el universo está sujeto a la vanidad y sufre las consecuencias?

Algo parecido se preguntó el apóstol Pablo en una carta a los romanos de su época: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” (7:24).

Pablo se refería a la fuerza que despliega el pecado sobre la vida de hombres y mujeres.

La situación hace que muchos creyentes sientan su fe flaquear. Las iglesias todavía están menguadas y las estadísticas hablan de que el agotamiento pastoral aumentó con la pandemia.

Durante los tiempos duros en que vivió Jesús, muchos de sus discípulos volvieron atrás.

En Juan 6:67,leemos que entonces dijo Jesús a los doce: “¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”.

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